sábado, 3 de febrero de 2007

Amar significa no tener que decir nunca lo siento.

Supongo que es feo titular este texto con una cita de una película que ni siquiera he visto nunca ("love story"). Pero esta frase, cuya existencia conocía pese a desconocer su origen hasta hace unos breves minutos, resuena últimamente a menudo dentro de mi cerebro casihueco y delirante.

Amar es no decir nunca lo siento? Y que soy yo, que se me acusa constantemente de un deje de britanicidad en mi persona por mi costumbre eterna y constante de disculparme. La verdad es que hay momentos, como ahora mismo, en que me inunda la sensación incómoda y hiriente de que mi relació de pareja se sostiene únicamente o casi a partir de mis disculpas, de mostrar claramente mi arrepentimiento, de dejar mi orgullo en un rincón más escondido de mi alma. No pretendo juzgar sobre que espaldas reposan las culpas de cada discusión, sabedor como me siento de que de nada sirve culparse o culparla, discutir o pelear, crear o condenar, remover las cenizas del bosque quemado.

Pero no sé si podré soportarlo. La culpa sobre cada discusión me pesa en el alma y mi corazón se estremece y tiembla moribundo cada vez que siento discusión, silencios, malas palabras, soledad y pelea. Cuando las lágrimas llegan, al final con la reconciliación, me siento machacado y hundido. Mi orgullo lo veo tirado bajo la cama, emboscado por la ropa sucia. Y me siento desesperado, sucio, traidor a mi mismo. Y mi pregunto si alguna parte de esto tiene sentido.

No sé si podré mantener esto por mucho tiempo, ni siquiera sé si lo quiero. Pero se que perderla ahora mismo me dolería muchísimo, que la amo, que me hace inmensamente feliz si me sonrie.

No sé que quiero, supongo y me propongo. Pero se que debería hacer alguna cosa.

No hay comentarios: