martes, 13 de febrero de 2007

La lucha contra el caos puede esperar (o al menos lo hace)

El sol apenas se ha escondido del todo tras el horizonte y la vista desde mi ventana es francamente bonita, pese estar velada por una especie indigesta de mosquitera que tenemos como cortina en este despacho compartido, desordenado y a medio camino entre el sonido molesto y el silencio agobiante.

Mi mesa aparece como un desporden total y completo, pero no es en este momento una caos prioritario en mi lista de órdenes pendientes. Primero va mi habitación y mi cocina, después mis sentimientos y después el armario, más tarde, si me sobra tiempo, el trabajo (los conceptos no los papeles) y después un lugar donde vivir.

Quizás después de todo eso, justo antes de irme unos meses fuera y con unos cuantos compromisos en la mente, me disponga a poner orden en mis papeles.

Me siento francamente agobiado, pero en vez de activarme y resolver con diligencia el mundo atroz que me he creado y me rodea. Sigo con mis viejas costumbres, con la observación silenciosa de mi desidia, y con la pereza. Tengo que poner órden, es una orden que resuena en mi cabeza. Mañana, cuando tenga tiempo, después de arreglar tal cosa, cuando acabe lo otro, tras de ti, hoy no pude,... Mil respuestas estúpidas y no pronunciadas que me condenan a seguir deseando el cambio desde el mismo lugar.

Debo poner orden al trabajo y ahora recuerdo algo que debiera hacer prioritario, que debiera hacer hoy y no dejar a mañana. Así que voy a hacerlo.

Pero primero iré al baño (ya sigo como siempre.

lunes, 12 de febrero de 2007

Hablando del tiempo

La educación, cuando uno se mira al espejo, es cuestión de nanosegundos. Nanosegundos entre tu saludo y el momento en que observas tu propia respuesta. Otras cosas tienen otros tiempos y en general estamos acostumbrados a esperar y tardar. A considerar el paso del tiempo como algo inevitable y necesario tanto antes, como después, como durante, de cada uno de los actos que forman nuestra vida.

Porque digo esto ahora, la verdad es que no lo sé en exceso. He intentado salvar la primera oración de este texto, recogida en un documento de OpenOffice.org durante algun momento antiguo (del jueves o el miércoles) de inspiración inacabada. La verdad es que el tiempo tiene un ritmo variable y agobiante.

Vivo en una tremenda espera, esperando el mayo como mes de vital importancia en mi rutina y al mismo tiempo esperando el marzo que llevará el próximo reto de mi existencia académica. Pero lo del marzo no es espera de antes, sino de durante. Hasta el marzo tengo un trabajo de investigación que finiquitar y escribir; un montón de trabajo que hacer hasta la extenuación y que debería ocuparme el tiempo y desplazar a mis aficciones. Pero este mismo texto es una prueba innegable de que no lo consigue, de que sigo con la procrastinación y el escaqueo, con la fea costumbre de no hacer lo que debiera aunque debiese.

El tiempo de este proceso, la escritura del trabajo tesinero, se acorta de manera rauda y amenzante al mismo tiempo que es un proceso que se hace eterno, casi lento. Espero que llegue todo a buen puerto.

Mientras tanto, vueltas del mismo péndulo, mi relación amorosa también esta un durante. En un proceso lento de intento de salvarlo que al mismo tiempo deseo y temo. Una intención apasionada de vivir el momento que no sé si se transformará en un terminar más agónico. Pero esa es otra historia y ya será contada en otra ocasión.

sábado, 10 de febrero de 2007

El ojo del huracán

Ojalá Diós me librase de mi ateísmo y tuviera por un mísero instante a quien culpar, que no fuera a mi mismo, de mis actos y de mi vida.
Pasar de página nunca fue un asunto fácil y yo, por suerte o por desgracia, tengo cierta querencia hacia el fracaso. Así que fracasé cuando tal como dije el otro día me decidí a romper la baraja y a defender mi postura hasta una hipotética (y más bien metafórica) muerte. No sé si fracasé o vencí en mi corrección, pues mantengo una pareja a la que amo; pero el hecho es que la mantengo pese al gran altibajo que supone lo transcurrido el miércoles y bajo la amenaza de lo sucedido y la promesa de intentar enmendarlo.
La cosa está que arde, y no solo por mi pasión que también quema, sino porque en ella se acrecentan algunos miedos. NO sé. El tiempo dirá, él que es sabio y consejero. Por mi parte solo me queda intentar surfear el temporal y seguir llevando las cosas como mejor se pueda.

Así que voy a seguir con el trabajo y ya me llegará mi San Martín.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Pasar de página (sueño inconcluso o vida a pedazos)

Cansado de estar cansado y harto de mi propia hartura he decidido tirar la puta al río (por favor que nadie ose buscar literalidad a esta expresión) y romper la baraja. He decidido decir que basta, que lo siento, que la amo pero no puedo seguir viviendo tras mi miedo, entre las nublas de las dudas, en la noche de mi ansiedad. Decirle que en parte me siento sucio porque sé que la engaño más que a nadie, aunque poco comparado con lo de tantos otros. Decirle que he fracasado y que creo que volver a intentarlo por n-síma vez no seria más que darle otra vuelta a la noria, a la rídicula y macabra rueda de la fortuna.

He sacado valor de algun lugar escondido tras el último cabreo, de una gota que quien sabe porqué, minúscula entre tantas, ha sido capaz de colmar de una vez el vaso. Ese vaso que hasta ayer mismo no sabía asegurar si estaba medio lleno o medio vacío y que ahora inunda con sus sobrantes los rincones más bajos de mi alma. Le he hablado con ese valor, y fallando en las formas como siempre, atado a un telefono que me ha permitido alargar durante horas de supuesto trabajo la agonía. Le he dicho que teníamos que hablar y le he confesado la razón de mis desdichas para acabar confesando mi rendición incondicional, mi negativa a ultranza de obedecer a razones, de dar pasos atrás en mi decisión tomada.

Puedo ser considerado malo, tal vez horrible, en tanto que me niego en banda a las alternativas, en tanto que me cierro. Pero puedo reconocer, no sin cierta verguenza, que la sensación de que el ciclo se repite, de un deja-vue interminable y ajado, me inunda y me enajena. Otras veces he dicho basta y me he declarado que la única salida era separar nuestras vidas con brusquedad y certeza, como un punto que termina, cierra y medio olvida. Que no contamina aquello que le sigue. Esas otras veces han vencido las medias tintas o los besos, el miedo a herirla o destruirla, el miedo incluso a destruir mi propia mente. Otras veces he vuelto atrás o me he quedado en medios caminos que, condenándome a tenerla como amiga y persona presente, me han impedido dejar de amarla. Final al que eventualmente aspiro.

Otras veces he fracasado y aun hoy temeroso de los dioses me niego a asegurar que esto haya acabado, que no me venza en unas horas, cuando intente dignificar con palabras en persona la traicionera manera en que he llevado a cabo los hechos, las palabras que confiesan, los adioses con vocación de eternos. No sé que pasará y eso me hace sentir débil y despreciable. Y por eso lo temo y me reafirmo en que no debo ni puedo permitirme un paso atrás, una rendición o un gris extraño.
En que este fin debe ser definitivo.

Que los dioses repartan suerte, yo intentaré jugar lo mejor posible.

Un saludo y medio abrazo.

Un hombre histérico (en todos y cada uno de sus sinónimos)

lunes, 5 de febrero de 2007

La fallera camina "p'alante", la fallera camina "p'atrás". (o caminando sobre el péndulo de la vida)

La vida va y viene como el péndulo de un reloj de cuerda anticuado y polvoriento. Un reloj que aun siendo vetusto y ajado mantiene el tiempo con su paso casi constante y dirige y concierta los devenires de la vida, los transcursos del progreso, el lento pasar del rato. Como ese péndulo, los vaivenes de la vida nos llevan como una montaña rusa, ahora arriba, luego abajo, antes girando a velocidades inhauditas. Como esa montaña, me siento la ola marina que llega voluptuosa a la orilla, cargada de espuma sobre su cresta amenazante, pretendiendo comerse el mundo, o por lo menos la arena. Como esa ola que luego vuelve hecha resaca y se rehunde en el mar en calma habiendo apenas suavizados los trazos adustos y rectos que el calzado dejó sobre la costa.



Ayer, enfurencido y bravo obervaba las desdichas de mi vida de pareja y clamaba justicia, tal vez venganza. Ahora me dejo seducir por los besos y las carícias y me mantengo dócil, medio aburrido, medio aústero, medio farsante. Vuelvo a la rutina de mi vida, vuelvo a sumisión de la rutina. No pelear no es ni victoria ni derrota, pero la beligerancia es siempre un dedo que vibra en mi llaga. Quédese el tiempo con los ratos felices, hagámoslos imperecederos, eternos.


El péndulo de la vida, con su paso taciturno y cadencioso nos llevara adelante. Las olas nos llevaran como surfistas y la montaña rusa visto lo visto, tal vez se quede atascada un rato sobre la cima, ahora que la electricidad nos falla.


Intentanto der feliz manque me fallen las fuerzas. Os mando un saludo, inexistentes lectores, amable y humile.

sábado, 3 de febrero de 2007

Amar significa no tener que decir nunca lo siento.

Supongo que es feo titular este texto con una cita de una película que ni siquiera he visto nunca ("love story"). Pero esta frase, cuya existencia conocía pese a desconocer su origen hasta hace unos breves minutos, resuena últimamente a menudo dentro de mi cerebro casihueco y delirante.

Amar es no decir nunca lo siento? Y que soy yo, que se me acusa constantemente de un deje de britanicidad en mi persona por mi costumbre eterna y constante de disculparme. La verdad es que hay momentos, como ahora mismo, en que me inunda la sensación incómoda y hiriente de que mi relació de pareja se sostiene únicamente o casi a partir de mis disculpas, de mostrar claramente mi arrepentimiento, de dejar mi orgullo en un rincón más escondido de mi alma. No pretendo juzgar sobre que espaldas reposan las culpas de cada discusión, sabedor como me siento de que de nada sirve culparse o culparla, discutir o pelear, crear o condenar, remover las cenizas del bosque quemado.

Pero no sé si podré soportarlo. La culpa sobre cada discusión me pesa en el alma y mi corazón se estremece y tiembla moribundo cada vez que siento discusión, silencios, malas palabras, soledad y pelea. Cuando las lágrimas llegan, al final con la reconciliación, me siento machacado y hundido. Mi orgullo lo veo tirado bajo la cama, emboscado por la ropa sucia. Y me siento desesperado, sucio, traidor a mi mismo. Y mi pregunto si alguna parte de esto tiene sentido.

No sé si podré mantener esto por mucho tiempo, ni siquiera sé si lo quiero. Pero se que perderla ahora mismo me dolería muchísimo, que la amo, que me hace inmensamente feliz si me sonrie.

No sé que quiero, supongo y me propongo. Pero se que debería hacer alguna cosa.

viernes, 2 de febrero de 2007

El porqué de este lugar.

Un lugar para esconderse. ¿De quién? ¿Por qué? Incluso, ¿Cuándo? És una invitación a preguntarse, un título que posiblemente ni yo mismo entiendo y que pretendo presentar con una mínima gracia. Ves a saber si con un mínimo de decéncia.

Este lugar para esconderse nace ahora para cobijar a Sinónimo Anónimo. Para cubrirlo con un
título y un formato en las óscurasi frías noches de invierno, para acompañarlo y comprenderlo, tal vez para darle una razón a su mera existencia. El lugar para esconderse, digámosle el Lugar o LPE, es un proyecto abierto y medio indefinido. Un blog que abro con dos intenciones paralelas y diferentes:
Dar el paso de escribir en castellano y intentar iniciar un blog (y ya será el tercerco) que sepa capaz de mantener el anonimato.

Y quizás con esto lleguemos a una primera respuesta. ¿De quién? De la gente que me conoce. De mi família, que llega a conocer por mi otro bloc (llamémosle El Otro) algunos compases de mi vida alejada; de mis amigos, que continuamente reflejo en mis escritos; de mi pareja, que me quiere y censura; de la gente que comparte mis espacios y de los amigos de mis amigos, famílias de mi famíla, conocidos de mis conocidos, parejas de mi pareja y otras combinaciones de los términos.

Sinónimo Anónimo pretendo ser yo (mi sinónimo, supongo) pero con vocación de anonimidad. Sin que la gente que retrato o aquella a la que le pueda importar lo que hago de mi vida, tenga la oportunidad de juzgarme por mis actos, o por lo que de ellos cuente.

Ese es porqué de este lugar donde esconderse y de este alter ego S.A.. Ya está creado, solo falta alguién que lo lea.

Un saludo